
Nuestra historia nace en un rincón del norte, donde el río dibuja caminos entre los prados y la niebla acaricia los tejados al amanecer.



Ahí, en un pequeño pueblo de Cantabria, crecí rodeada de silencios verdes, de manos que sabían hacer mucho con muy poco, y de aquellas cestas de pesca, trenzadas a mano, que siempre colgaban detrás de la puerta, llenas de historias que contar.


Cada bolso nace del cariño por lo hecho a mano, de la fuerza tranquila de la naturaleza, y de un deseo profundo de conservar lo que verdaderamente importa.
Todo ese mundo sencillo y profundo donde el tiempo parecía detenerse, lo hemos querido transformar en diseños que hablan de raíces, de identidad y de belleza.




Cada bolso, es una forma de volver a casa.